Encarnación
Pisonero

La quimera engendra manos para atrapar las sombras

Biografía

ENCARNACIÓN PISONERO PISONERO, nace en Villalba de la Loma (Valladolid). Asiste a un colegio en Mayorga de Campos, donde prepara el Bachillerato Elemental. La mayor parte de su tiempo lo pasa subida a las higueras y moreras con el libro de turno y sus frutos preferidos a mano. De esos cuatros años se examina, por libre, en el Instituto Zorrilla de Valladolid. El Bachillerato Superior lo estudia, interna, en el colegio de Las Teresianas de Valladolid, donde su pasión por la lectura y su afición a la controversia y la heterodoxia la hacen acreedora al apodo de Lutero. Se traslada a Madrid y prepara el Preuniversitario en el Instituto Lope de Vega. Posteriormente pasa a la Universidad Complutense, para estudiar Filosofía y Letras, compartiendo estos estudios con cursos en el Instituto Alemán de Madrid, con la intención de leer a los grandes filósofos en su lengua, cosa que no consigue y decide leerlos en buenas traducciones. Se licencia en la especialidad de Filosofía Pura, y sigue leyendo. Organiza las primeras jornadas en defensa de las humanidades que se desarrollan en el Paraninfo de la Universidad Complutense, que son muy polémicas y multitudinarias. Sigue leyendo. 


Su primera publicación en poesía es El jardín de las Hésperides. Le siguen: Si se cubre de musgo la memoria. Adamas. A los pies del sicomoro. El prisma en la mirada. Líquido de revelar. La estrella del anís. Abril es el mes más cruel (Elegía a Katty Montes). Permiso para embalsamar. Los niños amargo caramelo. Como un Lucifer vespertino.


Su interés por el arte le lleva al estudio de los autores antiguos y contemporáneos dedicados a las artes plásticas, y entiende que la poesía y el arte visual son caminos confluyentes, e interrelacionados. Considerando los mejores textos sobre arte los escritos por poetas: O. Paz, E. Cirlot, J. Hierro, etc. Todo esto le lleva a enfrentarse al reto, por ella misma impuesto, de escribir un poemario donde la expresión verbal sustituya a la representación visual. Es decir, practicar la ékfrasis, libro que se publicará con el título El prisma en la mirada. Publica monografías y textos de catálogos sobre pintores, escultores, etc. Los textos sobre Artes Plásticas los firma como Scardanelli. Miembro del Consejo de Redacción de la Revista Rey Lagarto. Colaboradora habitual de distintos medios de difusión cultural. Miembro de la Asociación de Críticos de Madrid. Miembro de la Asociación de Críticos de España, y Patrona de la Fundación Torre-Pujales Museo de Arte Contemporáneo, Costa da Morte. Corme (La Coruña), donde organiza los actos culturales y cursos de verano. Sigue leyendo…


En el 2005 dirige el capítulo XLIX, TOMO II, de la Edición especial de EL QUIJOTE manuscrito, que edita la Junta de Andalucía, idea y organización de el Colegio Miguel de Cervantes de Marbella (Málaga).


Poética


Hacer una poética es tratar de explicar qué es la poesía, y ya Novalis nos dijo "Quien no sabe ni siente de por sí lo que es poesía, no se le puede dar noción alguna de ella. Poesía es poesía". Todos los intentos de definición que han hecho los distintos poetas no son más que aproximaciones, acercamientos, roces más o menos próximos o certeros. Pero el misterio en sí mismo es inexplicable. 


Por intentarlo diré que creo que la poesía es sagrada por la materia que la constituye, la palabra. La palabra es genesiaca, es creación, en el principio era el Verbo. Es sagrada porque es conocimiento, debe ser conocimiento.

El hombre es animal simbólico y no puede escapar al mito como no puede escapar a la metafísica. El mito tiene carácter divino y con él se expresan las verdades que no se pueden entender con la razón. Se expresa lo supra-temporal, lo permanente y el devenir. El mito es tan importante que algunos autores identifican pensamiento mítico con pensamiento poético. Así Schelling lo identifica con revelación porque entiende que es la manera en que se manifiesta el Absoluto. Octavio Paz lo llama inspiración, que no es más que "una manifestación de la otredad constitutiva del ser."

Dicho esto se entenderá por qué el mito tiene tanta importancia para mí y está presente en mi obra desde el primer libro. Me interesa como escape de la realidad, como ensoñación de otros mundos posibles y como utopía, pues estoy convencida de que "la quimera engendra manos para atrapar las sombras". Y mis temas son la naturaleza, la luz, el amor, la muerte, la plástica o la belleza en todas sus formas, aunque todo es materia poetizable.


El verdadero poeta debería ser el guardián de la palabra, y evitar en lo posible la perversión del lenguaje. Debe cruzar a "la otra orilla", ir en busca de la otredad que decía Machado, que viene a ser el reverso de uno mismo y que él llama "la esencial heterogeneidad del ser" y Heidegger la temporalidad. La poesía con Mayúsculas es la que consigue que se renueve la experiencia de lo primigenio, y el milagro se completa si se logra esa comunión con el lector, lo que sería en parte recobrar la memoria colectiva perdida o el lenguaje originario. Una manera de no perdernos. 

Opiniones

Manuel Alvar refiriéndose A los pies del sicomoro: “creo que hay mucha sabiduría en todas estas alusiones (simbólicas) para que, el modo en que se encuentra la tragedia esté instaurado en un ámbito donde no cabe sino la condición de la muerte. El libro está en un cerco trágico que, por tener la presencia de plantas que evocan el dolor y el aniquilamiento, sitúan estos versos -tan bellos- dentro de un marco de tristeza y de abandono. El libro tiene un valor absoluto: la trabazón y el hilo precioso que han ido engastando todos estos poemas. Pero cada texto en su independencia es hermoso y, muchísimas veces, un logro continuado”.
Carmen Díaz Margarit: “A los pies del sicomoro consagra definitivamente a su autora, y tras este viaje iniciático, se ha convertido en una poeta verdadera”.

Gloria Fuertes: “Encarnación Pisonero escribe poesía, yo la leo, tirito y pienso ¿es más buena que la mía?”
Antonio Enrique sobre A los pies del sicomoro: Nos interesa porque estamos ante una voz segura, una de las voces más ajenas a lo efímero, más lejanas a la intrascendencia, de su generación. Desde luego, como en todos sus libros, las claves son necesarias de ser dilucidadas en razón a los muchos símbolos con que trenza sus poemas, pero, aun sin estas referencias puntuales, el libro no pierde más valor que el de la sincronicidad con la autora, porque tales símbolos son -me parece- de naturaleza subconsciente y quedan perfectamente sugeridos en su contexto semiológico”.
José Mª Parreño: “con Adamas inicia un camino de depuración y reflexión que ya no abandonará. El tono sobrio, meditativo u oracular, que despuntaba ocasionalmente en los anteriores libros, será en adelante la médula de sus textos. Con A los pies del sicomoro se convierte en la visionaria que accede al más allá, proponiendo emociones inimaginables como esa de la nostalgia de la tierra que sienten todos los condenados al infierno. Este libro está preñado de imágenes cosmogónicas, de sentencias de una sabiduría que por ser producto de una aquilatada introspección tienen un aroma inmemorial”.vo párrafo
Antonio Fernández Molina: “Siempre he dicho que la poesía vive por gracia de un permanente milagro. Se presenta como en constante peligro de extinción pero, mientras existan la inteligencia y la sensibilidad humana, el peligro es sólo aparente. Milagro y trabajo confluyen en la obra poética de Encarnación Pisonero. Si algo caracteriza su poesía es la profundidad y la inmersión en el mundo propio, en los sentimientos, y en la diversidad del entorno y del cosmos. Maneja los mitos con una soltura y agilidad que los hace sorprendentemente cercanos y actuales”.
Salustiano Masó: refiriéndose a El prisma en la mirada: “son poemas de léxico sorprendente, imágenes y referentes insólitos, siempre “en busca del enigma de los grandes misterios”, con toda una tradición esotérica que se transparenta acá y allá, y ese hilo conductor onírico en el que casi siempre está la clave de las transmutaciones: es decir, la conversión de lo espacial -colores, formas- en temporalidad, en música, por obra y gracia y mediación de la palabra”. 


Fernando Arrabal sobre El prisma en la mirada: “Su poesía es como un alga marciana estrangulada por el ombligo del mar, para ser exacto”.
Amalia Iglesias sobre El prisma en la mirada: “poesía para leer con los ojos abiertos como prismas, como fractales, como hologramas, como caleidoscopios que ensanchan la realidad para hacerla más nuestra”.
Luís F. García Martínez sobre su poesía opina: "La búsqueda de la verdadera naturaleza humana constituye el núcleo ideológico de la poesía de Pisonero, produciéndose inevitablemente una huida de la realidad racionalista cotidiana que le circunda. Se trata, en definitva, de un viaje iniciático de autobúsqueda del ser" 
José Ángel Valente sobre A los pies del sicomoro: “Hago votos para que continúe en este difícil camino de la poesía donde ha entrado, con profunda huella, con este hermético y hermoso poemario”. 
Gastón Baquero “Sus poemas tienen la esencia intemporal del mundo clásico porque no caen en un culturalismo vano al transformar el verso en vida”. 
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